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“Escribir es pensar”, una frase de Martín Vivaldi Gonzalo, parece definir a la perfección la labor de hacer ficción. Aunque algunos escritores pueden contestar que para poder redactar una novela se necesita un talento, pero las ideas de la trama y la calidad de la redacción requiere mucho esfuerzo. Todas las imágenes y acciones creadas en nuestra mente, tienen que trascribirse al papel (o a la computadora), y eso solo necesita trabajo intenso.
También, escribir es crear, y esto se demuestra cuando redactando de primera intensión; sea una carta o un reporte, ahí nos damos cuenta de que escribir bien requiere de un periodo de análisis antes de ponerse a redactar. Se tiene que pensar en lo que se “dirá”, en las imágenes que describirán personajes, en los paisajes, en hilvanar los distintos movimientos de los personajes en los momentos de acción,
Sí, se tiene que pensar para escribir, se necesita seleccionar las imágenes que usaremos como escenario en los momentos de acción. También los diálogos y las emociones que los personajes dirán o demostrarán. Se necesita pasar horas produciendo un bosquejo de la novela en la mente, esperando considerar si vale la pena escribirla. Después, cuándo se está listo para plasmar las imágenes y sensaciones en palabras, se tiene que reflexionar en cómo y en qué orden acomodar las situaciones imaginadas para darle más emoción y lógica a tu trabajo.
La meditación en escribir una novela deja un plan más o menos detallado de las secuencias y de las distintas situaciones que afrontarán los personajes. En general, se impone la confusión cuando no se ha analizado a profundidad las ideas sobre las cuales gira el argumento de la novela. La primera señal de la falta de planes es el no saber de qué forma empezar a delinear las frases, o que lleguen momentos en que ya no se sepa cómo continuar adelante con la historia.
Si el arte de escribir se basa en el método de pensar, deberíamos detenernos en ese mundo de reflexiones más tiempo para poder hacer un buen trabajo.
Además, el escribir no es una trascripción directa de las
ideas. Se tiene que revisar, leer y releer para conseguir una redacción más
aproximada a los conceptos que se han creado. Además, el mismo pensamiento es
algo difuso y volátil, no son imágenes o ideas perfectamente originados en
nuestra mente. Al escribir estamos trascribiendo de manera aproximada las
ideas, que, mientras están en la mente, nos parecerán casi perfectas. Es cuando
las pasamos al papel es cuando empiezan a aparecer las dudas.
Escribir bien
Aunque todos encontramos, de forma esporádica, errores él lo que redactamos, también es sabido que la posibilidad de escribir bien está en nuestra propia dedicación.
No es necesario recordarles que hablar y escribir es solo una manera que tenemos para comunicarnos con nuestros semejantes. Escribir bien, después de todo, se trata de trasmitir un mensaje y mientras más claro, sencillo, conciso y natural sea mejor. Para lograrlo se necesita estudiar las reglas básicas de la lengua, tener una amplia lectura y trabajar con constancia. Dedicarle tiempo no solo a pensar, sino también a escribir, desarrollar un hábito de escritura diaria para que la fluidez y precisión en la redacción sea rápida.
Toda perfección se logra con la constancia, en cualquier
disciplina o arte, por lo mismo debes practicar. Se necesitan tres horas de
escritura diaria, para lograr avances importantes.
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