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En su juventud, Gabriel García
Márquez leyó un cuento policiaco que lo impresionó. En el relato cuenta la historia
del asesinato de un hombre en plena calle, Los detectives asignados el caso
decidieron seguir a todas las personas sospechosas que pasaron por el lugar de
los hechos. Pero entre tantos solo un hombre empezó a caminar por las calles de
París sin rumbo, esperando perder al policía que lo vigilaba.
García Márquez no recordaba el nombre del relato, ni el autor,
únicamente la parte intermedia donde el hombre pasea sin rumbo por la ciudad,
siempre atento al policía que lo vigilaba. Pasaron 42 años hasta que un día
García Márquez lee de nuevo ese relato y de inmediato se da cuenta de que fue
el que leyó años atrás.
El nombre de la narración era El Hombre de la Calle de Georges Simenon, escrito
en 1940. Autor que por sus cuestiones personales no considero importante.
Cuando leemos una novela, un libro o un relato breve, algo se queda
grabado en la conciencia de lo que cuenta la historia. Siempre la lectura nos
deja una huella que nos sigue por el resto de la vida. Cuando leí los Tres
Mosqueteros, en mi adolescencia, quedé impresionado por la historia y aún hoy
recuerdo algunas escenas que en su momento me llamaron la atención.
No todos los lectores recuerdan los mismos párrafos, según el carácter y
gustos de cada uno de ellos se recuerdan diferentes partes de una misma novela.
Pero lo relevante es que algo deja la lectura, sí, es un simple acto de
entretenimiento, pero también tienes toda tu inconsciencia y conciencia
concentrada en esas páginas.
Durante la lectura se activa la imaginación, algunas partes de cerebro
que incluyen el razonamiento, la memoria, el simple acto motor de leer.
Simplemente, con la lectura, se activa más la mente que con la actividad de ver
una película.
Sabemos que leer se asemeja a oír contar una historia en una noche
relajada. Nos intriga y emociona saber qué ocurrirá en las siguientes páginas.
La lectura, cuando leemos una novela interesante, nos atrapa y queremos
continuar leyendo hasta llegar a un momento en que la narración se vuelva más
relajada.
No debemos verlo como un acto ocioso y libre de actividad, sino como
forma de hacer trabajar nuestro cerebro, la imaginación y el razonamiento.
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Comentarios
Hola, buen artículo, efectivamente es así, la lectura activa otras áreas de nuestro cerebro y, sobre todo, las neuronas para que estas estén activas. Me ha gustado tu entrada, muy cierto todo lo que dices. Un saludo. :)
ResponderBorrarGracias, por el apoyo.
BorrarNos deja un mensaje, lo que no siempre llega allí donde debe. A veces ni siquiera llega.
ResponderBorrarGracias por el comentario.
BorrarEs como ver la tele, pero con más esfuerzo intelectual,
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