LAS VACUNAS INHALADAS CONTRA EL SARS-COV-2

 

Todos esperábamos mejoras en la forma de vida cuando surgieron las vacunas y se empezaron a distribuir por todo el mundo, pero surgió una nueva mutación en el SARS-CoV-2 que se ha extendido por todo el mundo y ha hecho que los anteriores logros con la vacunación se vuelvan inútiles. Pero existen otras alternativas de vacunación que, de nuevo, dan esperanzas a las personas: la vacuna inhalada.

Es conocido que el SARS-CoV-2 ataca el sistema respiratorio de las personas que infecta y se trasmite por las pequeñas gotas de saliva que flotan por el aire, llamadas aerosoles, de una persona enferma al momento de hablar. Una forma de controlar la enfermedad es tomar medidas de control social como usar máscaras en público, se pongan en cuarentena si presentan síntomas y practiquen el distanciamiento social. Que, aunque parezcan detalles simples, han servido para prevenir daños mayores a la población.

 Las vacunas han tenido buenos resultados previniendo la enfermedad, y, en caso de contagio por la variante Delta, evitando daños mayores. Sin embargo, dado la movilidad respiratoria del virus, parece sorprendente que solo siete de las casi 100 vacunas contra el SARS-CoV-2 que se encuentran actualmente en ensayos clínicos se administren por vía intranasal. Las ventajas de las vacunas intranasales incluyen la administración sin aguja y el suministro de los antígenos al sitio de infección.

La idea de que la vacunación intranasal protege preferentemente el tracto respiratorio no es nueva: el desarrollo de la vacuna antigripal viva atenuada (LAIV) aprobada por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) comenzó en la década de 1960. Los inmunólogos saben desde hace mucho tiempo que la infección nasal o la vacunación provocan una respuesta inmune del cuerpo contra algunas proteínas del virus invasor. Para defenderse en posteriores ataques el cuerpo libera en la sangre y en los fluidos respiratorios pequeñas proteínas, llamadas de forma general anticuerpos, que tienen la misión de adherirse a algunas partes del virus y así, poder inactivar SARS-CoV-2 cuando vuelva a aparecer. Estas proteínas defensivas se llaman: inmunoglobulina A (IgA).

 La IgA es particularmente importante en las vías respiratorias superiores y los conductos nasales, donde se transporta activamente a través de las membranas de las venas, arterias, conductos nasales y respiratorios. Se libera en el centro de las vías respiratorias, unido al componente secretado en dichas vías, esto forma una configuración estabilizadora que le permite neutralizar de manera más efectiva virus como el SARS-CoV- 2.

 Por el contrario, la IgG, que es el anticuerpo que produce el cuerpo cuando se inyecta la vacuna por vía intramuscular, ingresa y protege la parte inferior del pulmón a través de una trasudación pasiva a través del epitelio de las pequeñas bolsas aéreas de los pulmones llamados alveolos. La IgG también se encuentra en el tracto respiratorio superior y los conductos nasales, quizás transportada desde la parte inferior del pulmón por la escalera mecánica que saca los fluidos de los pulmones. Sin embargo, la protección de los conductos nasales por IgG, pero para lograr una buena defensa contra el virus se necesita una concentración elevada de en dichos fluidos.

Las reacciones naturales del cuerpo ante las vacunas son bien conocidas, pero se considera que las vacunas inyectadas provocan más la aparición de inmunoglobulina G (IgG), que en realidad si llegan a los pulmones, pero entran con lentitud a las vías respiratorias superiores. En cambio, las vacunas inhaladas tienen la ventaja de producir anticuerpos IgA, en las mismas mucosidades de la nariz , lo que hace que esta llegue más rápido a las vías respiratorias superiores y también a los pulmones. Estas de inmediato se distribuyen en todas las vías respiratorias, desde las fosas nasales y los pulmones. Lo que garantiza una mejor protección en caso de posibilidades de contagio.

   Pero a pesar de todas las ventajas que tiene la vacuna inhalada, su aplicación y distribución está siendo frenada por los intereses de las grandes compañías farmacéuticas que sólo pueden producir las vacunas inyectadas.

Comentarios